La nueva puesta del director Pablo Leger, viene precedida de muy buenas críticas. La obra propone una mirada sobre uno de los grandes planteos de la vida, a través de dos personajes que en escena, dejan abierta la posibilidad a distintas posturas y a sobre todo, a esa mirada hacia adentro -que a veces tanto nos cuesta- y ver también aquello que "miramos", pero que no vemos.
Con una duración aproximada de 55 minutos -y con las actuaciones de Elba Bertone y Patricio Martínez-, la obra cuenta con la dirección de Pablo Leger. En una charla con el director, a la hora de explicar por qué eligió este texto, sostuvo que "es un texto que me permitió utilizar todas las técnicas sobre las cuales vengo trabajando desde hace años. La dramaturgia de Gotbeter mezcla -queriéndolo o no-, ribetes de grotesco, psicodrama, teatro del oprimido, teoría de sub personalidades y hasta el teatro más aristotélico; pero siempre a través del humor negro. Clarita es una mujer gris, que vive entre la costura -como metáfora del encierro y la opresión-, y los soliloquios -psicodrama-, que hace todos los domingos en el cementerio. Urbano, por su parte, es ramo de flores marchitas pero que -aun así-, sigue intentando recuperar su frescura. Ambos forman un dúo querible, de esos que dan ganas de abrazar para contener, consolar y ayudar a salir del encierro en el que están".
La obra y sus protagonistas
Elba Bertone, la actriz que encarna el personaje de Clarita, tiene en su currículum importantes trabajos, entre los que se cuentan "La farsa del cornudo apaleado”, bajo la dirección de Seliman Hourie; como así también “Venecia”; “Esperando la carroza”, “La Prudencia”, “Amantes en pijamas”, “Mujeres jubilosas”, “El conventillo de la Paloma”y “El pan de la locura”. Sin embargo, su mejor labor fue en “Sábado de vino y gloria”, actuación que le valió el premio como mejor actriz en la XVIII Fiesta Provincial del Teatro de la provincia de Santa Fe. Por su parte, el personaje de Urbano está interpretado por Patrcio Martínez, quien viene de realizar impecables trabajos en “Que quede entre Nosotras”, “El Pan de la Locura”, “Tarde Comprendí”, “Rotos de amor”, “La cena de los idiotas” y “Pugliese y D’arienzo”, con la que obtuvo una mención como mejor actor en la Fiesta provincial del Teatro de Santa Fe, en el 2018. En cine, participó en cortometrajes como “El préstamo”, y “El miedo de los pájaros”, de José Iglina, y “No matarás”, de Facundo Cuomo.
Más adelante, el director habló sobre la óptica desde la que se encaró la puesta en escena, indicando que "trabajé desde una mirada absolutamente poética, desde la poética de la imagen. Más de lo que pensé antes de comenzar a trabajar firme en ella. Me permite abordar conceptos como “izquierda y derecha”, tan en boga hoy; como así también el desafío de hablar de soledad, invisibilidades, tristezas, emociones y sentimientos siempre desde un costado poético, rescatando la belleza de la imagen, aunque lo veamos sea doloroso desde lo real. Aposté a un montaje que permita el debate posterior, la “charla de café” y la investigación unipersonal para saber de dónde viene el concepto de “derecha”, de “izquierda”, qué significa una pareidolia, por qué no sabemos ver lo que miramos, etc" para agregar que "creo que ahí radica uno de los secretos de este “tanque” que es “Los invisibles de siempre”: la simpleza de la historia, pero la riqueza que contiene. Podría decir que es -desde el punto de vista argumental-, una historia “chiquita”: una mujer que se siente invisible y va todos los domingos al cementerio para hablar con los muertos, porque son los únicos que no la contradicen. Y ahí, justamente, trabaja Urbano. Su labor consiste en cuidar ese cementerio. Sin embargo, esa sería la precuela. Cuando las luces se encienden, vemos a ambos personajes a lo largo de una hora manteniendo diálogos con el otro y consigo mismos, pero jamás se ven cara a cara. Todo ocurre en sitios diferentes, marcados únicamente por colores de luces, sin la necesidad de utilizar paredes o escenografías diversas.
"Los invisibles de siempre, en resumidas cuentas, deja cientos de mensajes. O, podría decirse, miles. Pero lo maravillosamente curioso es que todos los mensajes parten de un “mensaje padre”: la adicción. Según su director, "cuando se habla de adicción, no hago referencia al uso de estupefacientes, sino a la imposibilidad de decir. “Dicción” es decir. Por el contrario, “adicción” es no decir. Ni Clarita ni Urbano pueden “decir” lo que tienen para decirse el uno al otro. Y es ahí donde aparecen los mensajes… ¿sabemos ver, además de mirar?, ¿sabemos cómo huele nuestro amigo?, ¿con qué puede compararse el pelo de nuestra madre?, ¿qué vestía ayer la persona que me atendió en el supermercado? Todas preguntas que quedan flotando en el aire justamente porque -buscándolo o no-, todos invisibilizamos al otro, y el otro nos invisibiliza a nosotros.
Leger se formó con maestros como Pepe Costa, Eduardo Ceballos, estudió en la EMAD, fue alumno de Oscar Fenoglio; Juan Carlos Puppo, Hugo Soto y tiene una sólida formación en psicodrama, Teatro Playback, Teatro de la espontaneidad y Teatro del Oprimido. Además, se formó con Rafael Iaiza (Italia), fue alumno de Román Podolsky (teatro de la imagen), Método Ure con Cristina Banegas y técnica de subpersonalidades con Dora Baret.
Los invisibles de siempre se presenta en el Galpón de Arte (Chacabuco 1.071) mañana a las 21.30. El sábado 25 se presenta en María Teresa y de allí comienza nuevamente una gira por diversas ciudades de la provincia de Buenos Aires, donde ya estuvo recorriendo varios escenarios, como así también, en Córdoba. La obra fue seleccionada para presentarse en el "Segundo Festival de Cruz Alta", donde se presentó la semana pasada, a sala llena. Reservas al 3462 320020
¿Qué dice la crítica?
También esta obra fue seleccionada para participar de un festival en La Plata, y tuvo que ser presentada ante un jurado evaluatorio antes de la puesta para el público. La crítica del diario El Día fue significativa: "Los invisibles de siempre es un genial texto del dramaturgo Claudio Gotbeter, que nos acerca a -través del humor negro-, a una cruda realidad frente a la cual estamos y muchas veces no queremos darnos cuenta: la invisibilidad. El término, en su más pura acepción, nos habla de "eso que no vemos". Lo que logra Gotbeter en esta obra es convertir "eso" en "ese", trasladando el punto de atención o punto dramático del objeto al sujeto. En palabras claras, nos propone mirar... y ver. Ver lo que no vemos, lo que está ahí, lo que nos rodea, pero no vemos por paradigmas, por apuro o por simple desinterés. Leger, por su parte, aportó al texto una maravillosa puesta en escena que parte de simbologías, de pareidolias, de metáforas visuales que nos transportan al lugar al que él nos quiere llevar. Y los actores, ambos incuestionables y para aplaudir con ganas, son los encargados más maravillosos que pudo encontrar el director para llegar a nosotros con el mensaje del que hablamos más arriba. En resumidas cuentas, "Los invisibles de siempre" es un diamante perfectamente pulido, donde cada arista es idéntica a la otra, y ninguna desentona, brilla por sobre otra o se hace notar. En esta puesta, se me antoja pensar que Leger pulió ese diamante usando las mejores herramientas para cada parte de esa joya que hoy nos visita, y contó con dos grandes aliados para hacerlo: el texto y los dos descomunales actores que eligió para subir a las tablas."