El pasado viernes 15, al caer la noche, se presentó Talismán 3 en Rosario, en el Espacio Cultural de la Editorial Ciudad Gótica.

Fue una noche cálida, de abrazos y emociones, y un público atento y entusiasta que colmó el espacio. La oportunidad propicia para ese encuentro, que pareció esperar a lo largo de cuatro décadas, por esas cosas del camino de la vida, con los astros alineados convenientemente, la proporcionó la conjunción con Sergio Gioacchini, director de Ciudad Gótica, quien fue el catalizador de este reencuentro junto a Talismán, nunca nombre tan propicio para esta excusa que a través de la poesía empezó a agrupar a amistades de larga data, y que está en el inicio, en la génesis de todo.

 “Era la primavera del 83 cuando forjamos nuestra amistad con la gente de El Poeta Manco”, expresó Leo Tuntisi, el director de Talismán, en la presentación, “amistad que floreció como aquella primavera…” Ahí estaban Patricia Bussa, Carlos Torregiani, Jorge Yakoncick y Oscar Bondaz, como dice el poeta Ezra Pound “pétalos en una rama negra y húmeda”, aquella rama negra y húmeda que era la noche de otros tiempos y que ahora reaparecen.

El Poeta Manco, así como Transparencia, surgieron irreverentemente y sin pedir permiso, en aquellos años de represión dictatorial. Fueron parte de un movimiento mucho más amplio, el movimiento de revistas subtes o alternativas, que circulaban de mano en mano en aquellos años.

Lecturas de poesía en parques y plazas de Rosario, Venado y Buenos Aires, con el grupo de la Multiversidad de Buenos Aires que dirigía Miguel Grinberg.

Así lo expresa Malena La Rocca, en su artículo sobre El Poeta Manco en Separata. “Las prácticas del arte entre el autoritarismo y la apertura democrática”, de la UNR, aparecido este año: “El Poeta Manco trasladó su lugar de reunión del Savoy al bodegón Achalay. En ese entonces se sumaron músicos y actores. Entre los colaboradores de la revista, se encontraban Jorge Dipré y Leandro Tuntisi, de la revista cultural Expresión y de la literaria Transparencia de Venado Tuerto.”

La noche fue andando con poesías, vinos y risas, el filme de Duchamp y el acompañamiento de la exquisita música de Mili Lerotich, quien interpretó a continuación tangos de su repertorio.

El emblemático gato negro bajo la luna del Dadá Club pareció ser nuevamente el custodio de un cálido reencuentro en la noche rosarina.

 

 

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu