La mañana del viernes en los tribunales de Venado Tuerto fue escenario de un capítulo más en la lucha contra el crimen organizado en la región. Mauricio Daniel Burgos, un hombre de 52 años, fue condenado a ocho años de prisión efectiva tras un juicio abreviado por su participación en un audaz robo doblemente agravado que dejó a la estancia “La Magdalena” marcada por la violencia y el desasosiego.

El hecho, que remonta a septiembre de 2022, resonó en la localidad de Maggiolo, donde un grupo de asaltantes irrumpió en la estancia con vehículos de alta capacidad: un camión, dos camionetas y un auto. No hubo lugar para la tranquilidad; bajo la amenaza de armas de fuego, dos hombres y dos mujeres que habitaban la propiedad se convirtieron en rehenes de una acción criminal que se había planeado meticulosamente.

El botín fue devastador: una significativa cantidad de agroquímicos y 220 bolsas de semillas de maíz híbrido, que representaban un valor cercano a los 300 mil dólares, se desvanecieron en la operación bajo la opresión de esos delincuentes. Además, huyeron con una Chevrolet Meriva y un Peugeot 308, vehículos que se convierten en simbolismos de un ataque certero al corazón de la producción agropecuaria local.

La sentencia fue el resultado de un trabajo exhaustivo del fiscal Damián Cassullo (foto), quien, en colaboración con la defensora Melisa Andreatta y con el consentimiento del condenado, logró acordar la pena en un juicio abreviado, que condujo al juez Adrián Godoy a dictar la condena. Desde su arresto en diciembre de 2022, Burgos ha estado privado de libertad, y con su pena hasta 2030 se sella un punto en el camino hacia la justicia.

Pero no fue el único juicio relacionado con este caso. En julio, otro coautor, Martín Servente Romero, había sido condenado a nueve años, mientras que Deolinda María Gualpa, una mujer de Rufino, recibió una pena de siete años y dos meses en 2023. El fiscal Cassullo, emocionado en su exposición, subrayó la trascendencia de estas condenas: “Constituyen un avance contra la criminalidad organizada y la violencia altamente lesiva que provoca el accionar de estas bandas”, aseveró.

Su compromiso con las víctimas no pasó desapercibido; aseguraron sentirse respaldadas y bien informadas sobre cada paso del proceso judicial, un enfoque que evidencia la sensibilidad del sistema hacia quienes sufrieron en carne propia la brutalidad de estos delitos.

Así, la condena a Burgos se alza como un faro de esperanza en un panorama a menudo sombrío, señalando que, aunque el camino es arduo, la justicia, aunque lenta, tiene su propio ritmo y seguirá avanzando. En la región de Venado Tuerto, cada condena resuena como un eco de la determinación colectiva por un futuro más seguro, donde la violencia no tenga cabida

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu