Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

El “triple crimen de Ibarlucea” no es una de las tantas series narcos de Netflix. Es la más cruda y lacerante realidad que se vive en Rosario y aledaños (Deptos. Rosario y San Lorenzo). “El narco”, así dimensionado de manera singular como un ente inconmensurable e incontrolable para el Estado, se adueñó de los espíritus de rosarinos y vecinos a través del sentimiento que más vulnera a las personas: el miedo.

“Quien falla desde hace décadas es la Nación; los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- miran para otro lado, y creen que esto es un problema de Rosario. Cuando les explote el Conurbano, Córdoba, Mendoza, etc., porque tarde o temprano van a explotar, será demasiado tarde. Es un fenómeno internacional que ocupa a los países. Empezó por Rosario por su ubicación: rutas nacionales de conexión directa a Bolivia y Paraguay, ríos desde Brasil, Paraguay y puertos hacia el mundo, pero como el cáncer, se va a expandir a todos lados. Y los responsables gubernamentales nacionales serán testigos cómplices del fenómeno. Ahora desde Buenos Aires, Casa Rosada incluida, lo viven como la Guerra de Malvinas, algo lejano y que en el fondo no los afecta”.

Estas reflexiones son de un exfuncionario socialista. Y nos eximen de mayores comentarios.

 

El “casamiento narco”

Esteban Enrique Rocha, alias “Pinky”, y Brisa Milagros Leguizamón Ferreyra, procesados en una causa por narcotráfico, fueron la pareja que este fin de semana celebró su boda en un salón de eventos de un barrio en la localidad de Ibarlucea, a unos 50 Km hacia el oeste de Rosario, a la vera de la ruta 34 S. 

Brisa estaba con prisión domiciliaria por ser madre de dos niños pequeños; su “novio” Rocha, en tanto, había sido excarcelado hace casi un año por la Cámara Federal de Casación Penal porteña, que anuló la decisión de la Cámara de Apelaciones de Rosario, que había ratificado la prisión preventiva en el marco de su procesamiento y el de su pareja, como responsables de la comercialización al menudeo de la droga. ”Pinky” espera en libertad el juicio en su contra previsto para el mes próximo.

La Justicia Federal ahora ordenó la captura de la mujer (Brisa) que, teniendo arresto domiciliario, salió para casarse. Y también citó a Rocha.

 

El ajuste sangriento

Pasadas las 4 de la mañana del sábado, cuando ya había terminado el evento, dos de los invitados, un hombre de 35 años, su mujer de 38 y la hija de ambos de un año de edad, fueron emboscados y ejecutados con armas calibre 9 mm. Se trató de Maximiliano Giménez, su pareja Érica Romero y la beba Elena Giménez. 

Maximiliano y su hijita Elena fueron literalmente fusilados a tiros (se habla de unos 20 disparos), mientras que la madre apareció luego en el vehículo (un Audi TT) calcinada.

El fiscal rosarino de Homicidios Dolosos, Gastón Ávila, precisó que un asistente a la fiesta, que estaba borracho, quiso colaborar llevando a la mujer ya muerta al hospital, pero se equivocó de camino, vio un móvil policial que creyó que lo perseguía, y por ese motivo se desvió y, muy asustado, prendió fuego el vehículo con el cuerpo adentro. 

Ávila le creyó al “borracho”, y lo dejó en libertad porque dijo que “no tenía motivos para encubrir el crimen”.

 

Bortolozzi: “No era una fiesta inocente, era la película El Padrino”

El secretario de Seguridad, Jorge Bortolozzi, dijo que “no era una fiesta inocente, era la película El Padrino”, reflexionando que “la obscenidad que hemos visto nos demuestra el poder económico y la impunidad de estos grupos. Era una típica fiesta mafiosa, teniendo en cuenta la nómina de los invitados, el despliegue, la movilidad. Esto no era una fiesta inocente, era la película de El Padrino", insistió.

Bortolozzi reconoció que "fue una radiografía de la debilidad que tenemos con los delincuentes; ante esto no podemos ser indiferentes. No hay ninguna duda de que esto no puede repetirse. El rol del Estado tiene que ser diferente, sino de entrada perdemos la guerra. Estamos siempre corriendo detrás de los acontecimientos", remarcó. Además, y al reclamar más colaboración entre la justicia federal y la provincial, Bortolozzi sostuvo que la pareja que se casó "no debían estar en libertad". 

Por su parte, el secretario de Justicia de Santa Fe, Dr. Héctor Somaglia, afirmó en el programa El Cuarto Poder de LT10 que "Rosario es el corazón del narcotráfico en la Argentina" y que la Justicia Federal debe mantener en prisión preventiva a los dirigentes narcos que son sometidos a proceso. 

 

Interrogantes que ensombrecen y alarman

La “novia” Brisa Milagros Leguizamón Ferreyra estaba con prisión domiciliara y salió para casarse; quien debía velar para que no abandone la casa –la justicia federal-  no lo hizo; tampoco la justicia federal de Rosario ordenó a la Policía Federal hacer inteligencia sobre la pareja, y la prueba está que fueron como cualquier parroquiano del barrio a casarse sin problemas. Impunemente. 

Pasaron seguramente por el Registro Civil, hicieron una previa para los más allegados en un hotel de la muy paqueta y costosísima zona de Puerto Norte, y desde allí se dirigieron a Campos de Ibarlucea, donde los esperaban 300 invitados, entre los que se cree estaban miembros del Clan Cantero.

De no haber sido porque alguien quiso arreglar cuitas pendientes con Maximiliano Giménez, investigado por lavar dinero narco en su cadena de panaderías, asesinándolo espantosamente junto a su familia, vaya uno a saber si los novios, encima, no hacían un viaje de luna de miel.

 

El rol de la provincia. ¿Podía haberse prevenido lo ocurrido?

Por estas horas, muchas voces critican al viceministro de Seguridad, Jorge Bortolozzi, por ser un “relator de los hechos” en lugar de haber actuado preventivamente. ¿Se podría haber hecho? 

Desde el gobierno, más allá de que por lo bajo no comparten las declaraciones de Bortolozzi, aseguran que “no se pueden prevenir hechos de esta naturaleza”; a la vez que se preguntaron dónde estaban la Federal, Gendarmería, PSA, Prefectura. De todos modos, si la policía santafesina a través de su área de inteligencia hubiera estado anoticiada sobre este “casamiento narco”, creemos que debería haber apostado, como mínimo, patrulleros en las inmediaciones del salón de eventos donde se realizó la fiesta.

Algo podía salir mal. Y salió mal.

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Mario Maestu