Por Esteban Stiepovich

Al hacer mención a una promesa del actual gobierno de la ciudad, impulsada por el hoy intendente en una ordenanza en su tiempo de concejal, y que puesta en práctica en fecha reciente con nuevas modalidades y uso tecnológico, ha dado a quienes deben cumplir con la obligación de gestionar o renovar su carné de conducir una respuesta que facilita el trámite y su otorgamiento a entera satisfacción de los usuarios, lo entendíamos como un hecho relevante donde lo que importa no es lo que se promete, sino lo que se cumple. La cita obedece y la consideramos aplicable a otro tema que nos ocupa.

Venado Tuerto carece de un espejo de agua del que sus habitantes pueden hacer un uso de disfrute en distintas temporadas del año. El Área Recreativa Norte sigue siendo en boca de los gobernantes de turno solo un espacio cautivador de sueños, que no termina de concretarse. También tenemos la laguna El Hinojo, más cercana y de posible de recuperación, que el gobierno anterior de José Freyre supo encarar y dar vida, pero que lamentablemente se fue dejando languidecer de manera inexplicable, privando a los venadenses de un área que nos daría un nuevo rostro de la ciudad, y con una política seria y efectiva posibilitar un espacio turístico de significativa importancia regional, incluso hasta ser considerado a niveles más trascendentes.

Al visitarla sorprende la conservación y mantenimiento de esa área verde, logrado por quien reside en el lugar  y ejerce la tarea y exigencia que conlleva su ejecución. Árboles desafiantes y ansiosos de ofrecer cobijo bajo su sombra se suman al paisaje; y el asombro despertado por una laguna convertida en un atractivo espejo de agua, no ideal en cantidad, sí considerable en medio de la sequía que hoy los suelos padecen. El sol, cual acuarela brillante, alumbra en la tierra y la vista se regocija con la presencia de aves de diferente plumaje y colorido conviviendo y embelleciendo el lugar, en un reducido universo que la madre natura ofrece, habitado por flamencos, garzas, cigüeñas, gallaretas, cuervos, patos y otras especies apagadas a la distancia por la bruma ventosa de la tarde.

Todo un espectáculo que hace olvidar el deterioro y la inutilidad de asadores y algunos improvisados refugios de otrora que agonizan en el predio, junto a una balsa que reposa a metros de un muelle desvencijado, que parece tener su sueño final en la quietud de las aguas que le vieron nacer. Ni el montículo de cubiertas derrumbadas en un sector, que aún perduran como un triste resabio de jornadas mejores vividas en lo que fue el circuito Keni Solian, y dos vagones de ferrocarril, maltrechos  y fatigados, arruinados por el rigor del tiempo, aunque resistiendo sus embates, salpican la belleza del lugar. La laguna El Hinojo está esperando una nueva vida, Venado Tuerto tiene el privilegio de un territorio necesitado de ser compartido y disfrutado que no puede perder. El Municipio lo ha anunciado como objetivo de gobierno. Solo falta la decisión política de hacerlo. La ciudad agradecida.

  

 

 

 

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