Por Esteban Stiepovich

El persistente accionar del senador Lisandro Enrico planteando ante las autoridades de Vialidad Nacional y otros despachos del gobierno nacional lo que aparecía como un freno y retraso de ejecución alarmante de la autopista 33, tramo Rufino-San Eduardo, hasta fecha reciente no pareció conmover a los responsables de asegurar el cumplimiento de una obra cuyo retraso o definitiva paralización sería una tremenda frustración para quienes han bregado y vienen haciéndolo en pos de una realización que sigue amenazada por las dilaciones. La respuesta a sus reclamos, y después de un cerrado mutismo, ha sido el anuncio de Vialidad Nacional decidiendo la rescisión del contrato de construcción de la autopista en el tramo referido, por los incumplimientos del cronograma de obras y dificultades financieras de la Unión Transitoria de Empresas, temperamento adoptado por el administrador general del organismo Gustavo Arrieta, quien dio por agotadas todas las instancias para dar continuidad al actual contrato. En simultaneidad el funcionario dispuso iniciar gestiones para licitar en los primeros meses del 2023 nuevamente las obras, pero con los 72 kilómetros divididos en dos tramos para facilitar, afirma, su ejecución. 

Un anuncio que puede haber atenuado los síntomas de intranquilidad, aunque sin evitar una nueva demora o el retraso de la continuidad de una obra golpeada por los tropiezos, y el presunto relativo interés de los gobernantes en su ejecución. A la actitud del poder nacional, se suma la inercia y el aparente desinterés del gobernador Omar Perotti, que era, y quizá siga siéndolo, otro signo de preocupación del legislador actuante, quien advierte como cunde y acentúa la desesperanza ante lo que se percibe como un acto de ausencia de voluntad política. Enrico, en su insistencia y la consecuente falta de respuestas a sus requisitorias a nivel nacional, había optado por enviar una carta al mandatario provincial peticionando –con una carga implícita de reclamo– un mayor protagonismo de gestión en el tema, y en la que cabría incluir la lectura que los actores que pujan por la concreción de la obra hacen del escenario que la realidad plantea, y la incertidumbre en torno a su destino, cuya necesidad y trascendencia para el sur santafesino no puede ni tiene que ser ignorada. 

Es hora de un signo demostrativo de las autoridades nacionales como de las provinciales de la voluntad y decisión política de transformarla en una realidad, erradicando de una vez la sensación de desasosiego que la amenaza, y dando a su anuncio de una nueva licitación la certidumbre de que no será otro desengaño. Una obra que en todo este tiempo se ha comido políticos, dirigentes, promesas, esfuerzos, ilusiones, y continúa galopando en un campo sin certezas, burlando la buena fe de los santafesinos, aunque sin mellar la dedicación y el compromiso de los que siguen bregando por su materialización. Se terminó el tiempo de los discursos y las promesas generadoras de esperanzas inciertas de los gobernantes de turno, teniendo como epílogo la frustración, y también el de los silencios inexplicables que llevaron a esta realidad de hoy.   

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu