Por Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

Mientras Rosario ya es morboso foco de atención de los medios nacionales –no pocas veces sensacionalistas en el afán de “vender rating”– por la ola de violencia que la sacude “desde hace 20 años” dijo Aníbal Fernández, enfrascado en un sórdido enfrentamiento verbal con el gobernador Perotti, “todo el mundo” juega al gran bonete: “Yo señor, sí señor, no señor”. 

Van cuatro ministros de Seguridad y once jefes de policía en la Unidad Regional II (Rosario) desde que asumió Omar Perotti en el 2019. Comenzando por el académico Marcelo Sain, luego el político Jorge Lagna, después el hombre de la fuerza policial Rubén Rimoldi, hasta estos días del gendarme –retirado– Claudio Brilloni. La violencia y muerte no cesa en esa ciudad. 

Mientras tanto, la pendencia verbal entre el gobierno provincial y el nacional daría la sensación de estar reconociendo ante las bandas criminales de Rosario la derrota, como si ante una goleada el arquero y los defensores se echasen la culpa entre sí.

De nada importa si Rubén Diego José Rimoldi se enteró por las redes sociales de su renuncia (al fin y al cabo su antecesor Jorge Lagna, también se enteró por los medios que Rimoldi venía precalentando al borde del campo de juego para entrar, mientras él era ministro; y Sain dijo que también a él lo echaron por los medios).

Si Claudio Brilloni –el nuevo ministro de Seguridad- era en definitiva el experto que, como acaba de decir Pablo Javkin “conoce Rosario”, ¿por qué no lo nombraron entonces en lugar de Rimoldi? ¿Acaso porque no tenía el tiempo necesario de residencia en la provincia? 

Un detalle burocrático al fin y al cabo; pero no hay que olvidar que Brilloni acompañó los breves interregnos de Lagna y Rimoldi como número dos de ambos. ¿Sus consejos sobre cómo combatir la violencia narco en Rosario, nunca fueron escuchados por sus superiores políticos? 

Ahora Brilloni tendrá oportunidad de aplicar su expertise siendo el número uno. Como los técnicos de fútbol cuyos equipos vienen perdiendo, el tiempo es su principal adversario (junto con las bandas narcos, que le dieron la bienvenida con más balaceras y muertes). 

El mediático fiscal Luis Schiappa Pietra, acusado con aparentemente contundentes pruebas por el senador Armando Traferri de armarle causas en su contra junto con Sain, la semana pasada “descubrió” que el poder político y la organización policial –le dio una de las estocadas finales a Rimoldi destrozando a su policía, pero apuntó hacia arriba también- estaba fallando. 

Después la fiscal de la Unidad de Balaceras Valeria Haurigot admitió –también en TN- que “estamos viviendo de una manera espantosa”, y al igual que Schappa Pietra llegó a la conclusión de que “no estamos a la altura de las circunstancias para trabajar este tipo de hechos”.

El gobernador Omar Perotti insistió con el pedido de ayuda nacional: “Es claro que ni Santa Fe ni ninguna otra provincia puede abordar por sí sola el reto de combatir la inseguridad” cargó, recibiendo como respuesta del ministro de Seguridad de la Nación Aníbal Fernández que “Perotti no sabe nada de seguridad”, y que él había enviado todos los efectivos pedidos. Brilloni no lo desmintió completamente a Fernández, solo dijo que esos efectivos “no tienen movilidad”. 

El diputado nacional Roberto Mirabella dijo que (Aníbal Fernández) "siempre fue muy rápido con la lengua, pero nunca solucionó ningún problema".

Ahora le salió al cruce al ministro de Seguridad nacional el bloque de senadores Lealtad, que responde al gobernador, pidiéndole al gobierno nacional que “en cumplimiento de sus obligaciones como Estado federal, asuma la responsabilidad de dotar de recursos materiales y humanos necesarios para tal fin”.

El periodista rosarino David Narciso escribió que el gobierno (de Perotti) “comienza con un ministro de discurso progresista y reformista, y termina con un excomisario de los años 90 como Rimoldi, que el miércoles llegó a decir ante los legisladores de la comisión bicameral que "habría que volver al esquema de doble cuadro policial"; y agrega: “Mientras Sain machacaba sobre combatir el autogobierno policial, y pasar el control político de la policía exclusivamente en manos del Poder Ejecutivo, desde su reemplazo por Jorge Lagna en 2021, la llave pasó a manos de sectores de poder policial y progresivamente volvieron a ganar juego los senadores departamentales”.

Precisamente el senador peronista por 9 de Julio Raúl Gramajo, propone la creación de la Escuela de Oficiales de la Policía, que tiene por objetivo la capacitación, profesionalización, especialización y perfeccionamiento de las fuerzas policiales.

La frutilla del postre la pone el titular de la Corte Suprema de Justicia Daniel Erbetta, un garantista “zaffaroniano” que no termina de admitir que estamos como estamos por obra y gracia de políticas como las que él propugna; y que también juega al gran bonete acusando ahora al poder político de no haber “gobernado a la policía”; ¿y qué hicieron entonces hasta ahora Perotti y sus ministros de Seguridad? ¿Podrá Claudio Brilloni, un hombre de otra fuerza, “gobernar”, como pide Su Señoría, a la indómita policía rosarina?

Este lunes el gobernador Omar Perotti y su nuevo –y sospechamos que último– ministro de Seguridad Claudio Brilloni (y toda la “clase política”) pasarán por una dura prueba social en Rosario, cuando a las ocho de la noche la ciudadanía se concentre frente a la sede de la gobernación bajo el slogan “iluminamos Rosario”. 

 

De política electoral hoy no hablamos

Y no es por el tema de la inseguridad, que si bien tiene su epicentro en Rosario, y si no se detiene podría ser una peligrosa mancha de aceite (el jueves pasado nuevamente el senador por el departamento General López Lisandro Enrico, y el intendente de Venado Tuerto Leonel Chiarella fueron amenazados de muerte por un narco desde una cárcel), sino porque deberíamos copiar y pegar lo que escribimos la semana pasada. Nada ha cambiando. Seguimos en el “cono del silencio”.

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Mario Maestu