Por Esteban Stiepovich
En una nota anterior nos ocupamos de los canes conceptuados dentro de razas consideradas peligrosas, y que pese a la existencia de una normativa que rige para este tipo de animales, las autoridades no muestran la práctica de un control activo de su cumplimiento en aras de prevenir posibles y dañosas consecuencias para la población. En fecha reciente Rosario fue escenario de otro hecho lamentable que tuvo como protagonista a un perro pitbull mestizo, razas que en su genética tienen un componente de alta agresividad, y que en plena vía pública atacó a transeúntes dejando un saldo de varios heridos. El hecho puso en debate la educación, prevención y tenencia responsable de ejemplares de estas características. Una polémica reavivada por especialistas sosteniendo que “antes que perros peligrosos, existen dueños irresponsables”, lo que no quita que ambas causas pongan en serio riesgo la vida de personas.
Por su parte otros especialistas arguyen que no sirve de mucho una licencia especial de mascotas y seguro de responsabilidad civil, sino que deben analizarse los antecedentes en la crianza, “al margen del tipo de raza que se tenga en el domicilio”. Más allá de parecer “no importar el tipo de raza”, que tendrá su lado de razón o el respaldo del criterio profesional, se sublimiza el tema y no alcanza a ser un sosiego para los que han sido víctimas o están más expuestos a estas lamentables situaciones, algunas con saldos luctuosos. Hay casos en que habiendo sometido a estos animales potencialmente peligrosos a procesos de domesticación, no les ha impedido haber tenido después reacciones propias de alta agresividad. Es común y con más asiduidad en el período estival, ver en los espacios públicos canes sueltos de gran tamaño, sin correa, sin collar, sin bozal, con adultos o adolescentes que no garantizan su dominio en el animal, alterando la tranquilidad y el esparcimiento comunitario, ante la conducta desentendida de sus dueños. Y esto no significa ni está en el ánimo estigmatizar a estos animales, solo se trata de prevenir la ocurrencia de hechos que pueden ser tarde de lamentar. Además de poner en práctica charlas informativas e instructivas en los colegios, en las vecinales, con el Imusca, a las que pueden sumarse otros profesionales entendidos en el tema, tendiendo a educar y concientizar más a la población, la norma vigente en el ámbito local está para ser cumplida por los propietarios o tenedores de estos animales, y ser pasibles de sanciones en casos de inobservancia. Esto hoy nadie lo cumple, nadie lo controla. Y en esto el control del Estado cumple un rol determinante.