Por Esteban Stiepovich
El anuncio reciente del Gobierno provincial sobre la ejecución de trabajos en la ruta 33, hace pensar que un nuevo rumbo intenta alejar la expectativa de la autopista. La voz oficialista puede decir que el anuncio del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, por intermedio de Vialidad Nacional, es una ejecución de obras de recuperación y mantenimiento para esa ruta, entre Rosario y el acceso a San Eduardo, con trabajos de bacheo, repavimentación de sectores deteriorados, reconstrucción de cruces y puesta de semáforos en algunas localidades, que buscan asegurar la conservación del tramo por dos años.
No obstante, la realidad es que hace menos cierto y distante la obra de la autopista, que hoy sigue durmiendo en los escritorios del poder. El anuncio, que tuvo el sello inocultable de un oportunismo electoral y su epílogo en un rotundo fracaso, hace hincapié en otra serie de trabajos derivados de la planificación o proyecto de obra inicial, como la repavimentación de los tramos intervenidos con un fresado de deformaciones y bacheo previo; a la vez agrega que en los sectores renovados se completará la compactación y recalce de banquinas, y el cambio de calzada de asfalto por un pavimento de hormigón, asegurando que la medida evitará las deformaciones producidas por la detención y arranque del transporte pesado. Todo un verso, que junto a otros puntos de similares características en lo que hace a la puntualización y ponderación de los trabajos a realizar, pretende con artilugios de escritura conformar o calmar la ansiedad y demanda de la autopista de los pobladores de la región, que cada vez que usan este trayecto de circulación saben y padecen los riesgos a que se exponen en materia de inseguridad vial. Y al unísono descolocan el reclamo sostenido de las autoridades políticas y representantes de las fuerzas vivas de la región, que quedan sin respuestas ante sus representados, apresados por la inercia o desidia de quienes no han tenido la responsabilidad de respetar y concretar el compromiso asumido.
La tan esperada autopista es hoy, en un escenario castigado por la crisis económica, el desconcierto social y un acentuado rechazo a la inoperancia de los políticos, una obra cada vez más lejana como lejanos son los sueños de un país mejor.