Por Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

Mauricio Macri y Patricia Bullrich decidieron bancar a Javier Milei al costo de prácticamente disolver la coalición Juntos por el Cambio y fracturar su propio partido. Quizás entendieron que la hora lo ameritaba y “Dios vomita a los tibios”. El voto de los ciudadanos el 19 de noviembre dirá si estuvieron acertados o no.

Ahora es a suerte y verdad: kirchnerismo versus no kirchnerismo (o anti si se  prefiere en lenguaje ultra); subjetivamente 37 % de un lado y el 64 % aproximadamente del otro, tomando el escrutinio provisorio de las elecciones generales del pasado domingo. 

Para ganar el balotaje el 19 de noviembre, según el artículo 151 de la ley 24.444 “resultará electa aquella (fórmula) que obtenga la mayor cantidad de votos afirmativos válidamente emitidos” es decir, mayoría simple.

 

¡A pescar entonces!

De tal manera, Sergio Massa tiene hoy en su haber un piso de 37 puntos porcentuales contra 30 de Javier Milei, quien deberá esmerarse para, en principio seducir al electorado que se presume “no kirchnerista” y votó el pasado domingo por Patricia Bullrich y Juan Schiaretti básicamente, porque la izquierda de Myriam Bregman bajo ningún concepto votaría a un candidato libertario. Tampoco el socialismo santafesino que acompañó a Schiaretti.

O sea, el libertario Milei -ahora barnizado con el liberalismo macrista- tiene que salir a pescar voluntades “no kirchneristas” básicamente entre el 24 % de Patricia Bullrich y lo que pueda ofrecer el casi 7 % de Juan Schiaretti. 

Massa se presupone que ya tendría el 2.7 % de Myrian Bregman y una porción de Schiaretti (al menos del socialismo santafesino).

 

¿Sirven de algo los pronunciamiento de los dirigentes?

Quien mejor definió ese concepto transformado en interrogante fue la vicegobernadora electa de Santa Fe Gisela Scaglia (PRO) quien precisó que “la gente no necesita que nosotros le digamos a quién votar”, para agregar que "cada uno de los que votamos otra cosa, que somos ese 25 % que votó a Patricia (Bullrich), va a reflexionar consigo mismo, con su familia, con su empresa, con su comercio, sobre cuál es la mejor opción para la Argentina".

 

¿Por qué debería renunciar al balotaje Javier Milei?

Casi inmediatamente después que se supo que Leandro Santoro había renunciado al balotaje en Capital Federal -o CABA- porque la diferencia con su rival Jorge Macri era sustancialmente inalcanzable, el peronismo salió a militar fervientemente que Javier Milei haría lo mismo. 

La pregunta es: ¿por qué habría de hacerlo si sus chances, de acuerdo con lo que describimos, siguen objetivamente intactas? ¿Desde cuándo esa repentina vocación misericordiosa de evitar que Milei “haga un papelón”? 

Lo único que conseguirán de continuar con esa cantinela, es que se llegue a pensar que temen a que el “no kirchnerismo” que votó a Patricia Bullrich, finalmente se incline por el candidato libertario y termine ganando el balotaje.

¿O acaso porque Sergio Massa para seducir a ese electorado “no kirchnerista” de Bullrich y tal vez de Schiaretti, tenga que volver a poner en la calle los billones de pesos que desparramó para las generales, y teman que la inflación le estalle en las manos? ¿O porque no tendría más remedio que salir a decir que si fuese electo presidente va a poner presa a Cristina, como hizo con algunos “cueveros”?

Tampoco será sencilla la tarea de los hacedores de campaña de Javier Milei para evitar que en estos treinta días de trabajo no derrape más de lo necesario y termine espantando, como ya sucedió, a los votantes que debería conquistar.

Sospechamos que ahí jugará un papel preponderante el aparato comunicacional y de marketing que pondrá a disposición Mauricio Macri; el tema es que el hasta ahora indómito Milei se deje “couchear” por los expertos, que seguramente le pedirán que aleje y básicamente silencie -como hizo Sergio Massa con Cristina Fernández y La Cámpora- a una parte del estrafalario entorno que lo vino acompañando.

 

El voto de la esperanza. ¿O la resignación?

Sergio Massa y Javier Milei tienen ante sí la necesidad de presentarse ante el electorado que ya fue a votar el pasado domingo, y a los que puedan convencer de hacerlo el domingo 19 de noviembre, como dos personas capaces de garantizarle a los argentinos lo que hoy no tienen: tranquilidad espiritual, que traducida en la última “nube de palabras” del analista y consultor político Jorge Giacobbe figuraba “tristeza”. 

Uno tiene para ello, como ya hemos visto, a su entera y discrecional disposición las poderosas herramientas del Estado, que supo usar exhibiendo un férreo e intimidante uso del poder. 

El otro, la fuerza de la convicción de la palabra certera, adecuada y ubicada.

Como bien señaló el politólogo Rosendo Fraga “la gente no vota planes económicos; vota esperanzas”.

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu