Por Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

El millón de votos obtenidos por Maximiliano Pullaro le permitió batir récords, como por ejemplo lograr la mayor cantidad de leyes aprobadas en los primeros tres meses de gobierno. Conseguir que finalmente se revea el sistema previsional, o avanzar en reformas estructurales en Educación y organismos -el Iapos- junto a empresas deficitarias como ASSA y también la EPE bajo la lupa. Ahora se viene la reforma constitucional. Y los cambios en la Corte Suprema de Justicia.

 

“Nuestro límite es “viva el peronismo carajo”

Broma lanzada por el senador peronista Rubén Pirola el 1º de mayo último ante una chanza de nuestra parte que hace un par de semanas comenzó a moldearse, toda vez que Rubén Pirola junto a sus pares Armando Traferri, Osvaldo Sosa, Eduardo Rosconi y Alcides Calvo, coincidieron en el bar de la esquina de la Secretaría de la Provincia y Municipios de la Nación –que depende de la Jefatura de Gabinete- con los también intendentes “compañeros” del Gran Rosario, Roly Santacroce (Funes), Adrián Maglia (Granadero Baigorria), Daniel Cinalli (Capitán Bermúdez) y el más lejano Horacio Compagnucci (Las Parejas). 

Unos y otros fueron a estrechar vínculos políticos con un viejo conocido: el titular de Provincia y Municipios Javier Milano Rodríguez, a quien conocen de la campaña presidencial de Daniel Scioli, y que en el caso de los lores municipales con amarras portuarias, llevaron la preocupación por la tasa vial de acceso a puertos que cobran los municipios, y que ahora el gobierno provincial quiere reestructurar con una participación activa, (el propio ministro de Obras Públicas Lisandro Enrico habló del traspaso de nación a provincia de los accesos a los puertos) llevándose la tranquilidad de que serán consultados cuando ello ocurra. 

Uno de los senadores visitantes desactivó mayores expectativas: “No trajimos mucho, hubo buena onda, no hay nada de otro mundo, solo ver cómo nos posicionamos; en el gobierno de Milei encontrás muchos peronistas, menemismo, sciolismo”, ilustró.

“Solo ver cómo nos posicionamos”, hete ahí la clave: el gobierno de Javier Milei tiene claramente una impronta menemista que es permeable para el peronismo. Y el peronismo es el peronismo. Esa distinción entre menemistas, duhaldistas y kirchneristas es jueguito para la tribuna; sus dirigentes se pusieron, conforme a su conveniencia, la camiseta de los ismos que les resultaban funcionales según las épocas.

Hasta el Lole Reutemann, parido por Menem, integró la escudería K, esencialmente con Néstor Kirchner (con Cristina nunca tuvo “buena onda”) quienes -Néstor y Cristina- fueron a su vez menemistas y hasta cavallistas.

 

“Borrachera populista”

La presidenta del directorio de Aguas Santafesinas S. A. Anahí Rodríguez junto al director Darío Boscarol sostuvieron en Reconquista que "la empresa tenía un retraso tarifario superior al 600 %”; Boscarol añadió que recibieron una empresa “sumamente deficitaria”, sin inversiones y que se está trabajando en la “reducción de los costos operativos” consistente en la eliminación de seis gerencias, la desafectación y venta de 90 autos, 120 agentes menos en planta permanente en el futuro presupuesto 2025, el retiro de 400 teléfonos y la reducción en combustible, viáticos y publicidad.

Precisamente el dirigente radical, ahora director de ASSA Darío Boscarol, ejemplificó con una alegoría mileísta lo que sucedió en la empresa que provee de agua potable y cloacas a 15 ciudades de la provincia: “Se han vivido cuatro años de borrachera populista, en este caso en los regímenes tarifarios que llevó no solo a que las empresas tengan déficit, sino a generar una cultura donde la gente creía que no había que pagar los servicios públicos”.

 

Reforma constitucional: ahora o nunca

Después de 36 años el peronismo dejó de tener el control de los dos tercios en la Legislatura provincial (desde 1987 siempre tuvo mayoría en Senadores y muchos períodos en Diputados o ambas Cámaras) para por ejemplo impedir que se impulse la reforma de la Constitución, inclusive para los propios, cuyo mayor impulso dio Miguel Lifschitz, hasta que un actual senador peronista –que lo era también en ese momento- nos convenció de que los denodados ímpetus que ponía el extinto gobernador serían en vano: “No le dimos -la reforma constitucional- al Lole que tenía la vara altísima, menos se la vamos a dar a Lifschitz”, sentenció.

Pero Maximiliano Pullaro el 10 de diciembre del año pasado cambió la ecuación: el peronismo pasaba a ser flagrante minoría en ambas Cámaras, y entre todas las iniciativas aprobadas vendría la madre de las batallas: la reforma constitucional.

Para no quedar apuntado por el láser político y social, Pullaro ordenó unificar discurso desde la Casa Gris: el gobierno no impulsa la reforma de la Constitución. "Nosotros no estamos en eso, sí acompañamos, no vamos a obstruir esas iniciativas, esos debates, pero las prioridades de gobierno son otras. Está bien que la discusión se dé en el plano de lo partidario y lo legislativo", separó las aguas el ministro de Gobierno Fabián Bastía.

Desde la mayoría parlamentaria socialista en Diputados -tienen la llave de los dos tercios- tal como dijimos en estas páginas, el jefe del bloque Joaquín Blanco requiere primero de un diálogo entre los partidos que componen Unidos (se dará el primer paso el lunes 22 de julio) y lograr un núcleo de coincidencias básicas con las restantes fuerzas políticas con representación parlamentaria. 

El vicejefe del bloque Rubén Galassi cree que la reelección gubernamental no debiera ser óbice para avanzar en el tema, toda vez que una discusión madura zanjaría cualquier diferendo, incluida la reelección para el gobernador en ejercicio. No piensa igual Antonio Bonfatti, quien insiste en que los gobernadores -lo pontificaba para él mismo en su momento- juran por una Constitución que no tiene reelección. Bien podría abstenerse Bonfatti llegado el caso en ese artículo de la Ley de Necesidad; si es que se incorpora o lo dejan librado a la voluntad soberana de los convencionales constituyentes. 

Lo que pasaría por el tamiz de la Ley de Necesidad sería una eventual unicameralidad, o la representación en Diputados para que deje de tener mayoría automática de 28 miembros el partido que gana, entre otros tópicos, o la duración de los mandatos de las comisiones comunales, por ejemplo.

El peronismo, en boca de su flamante presidente Guillermo Cornaglia ya le dio el visto bueno, no solo a la reforma constitucional, sino también a la reelección del gobernador: “No debe ser ese un tema tabú” dijo el oriundo de Bouquet.

Retomando el título de nuestra columna, la posibilidad de presentarse para un nuevo mandato inmediato en caso de prosperar la reforma constitucional con reelección del gobernador, dependerá de la voluntad del propio Maximiliano Pullaro, que presuponemos encabezaría la lista de Unidos de los 69 convencionales constituyentes.

¿También Amalia Granata lideraría lista a pesar de que no votaría la eventual Ley de Necesidad? ¿Y el peronismo? ¿Dividirá votos entre varias listas (no hay PASO para la elección de convencionales constituyentes) o acordaría que Omar Perotti, quien fue el mayor elector el año pasado, sea la cabeza de una grilla de unidad?

¿Cuándo sería la elección de convencionales constituyentes? Si el gobernador Pullaro, como muchos presuponen, decidiera usar el margen constitucional de junio del 2025 para las elecciones provinciales, ahí podría adosar la boleta de constituyentes.

Con la presencia esta semana en Villa Ana, Departamento General Obligado, el gobernador Maximiliano Pullaro ya recorrió 100 localidades en siete meses de gestión. Miguel Lifschitz había logrado el récord de visitar los 365 distritos de la provincia durante los cuatro años de gestión.

Pullaro va por más. En todo.

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu