Por Darío H. Schueri – Desde Santa Fe
"Quiero tomarme revancha en nombre de los cinco gobernadores que quisimos cambiar la Constitución de Santa Fe y no pudimos", contextualizó magníficamente el actual diputado y exgobernador Antonio Bonfatti, cerrando la adrenalínica primera jornada de debate de la Ley de Necesidad de Reforma Constitucional. Palabras que perfectamente podría suscribir el gobernador Pullaro.
¿Por qué los anteriores mandatarios (Reutemann, Obeid, Binner, el propio Bonfatti y Lifschitz) no pudieron alcanzar lo que logró Maximiliano Pullaro?: porque ahora hubo una decidida voluntad del gobernador, transformada en acción política por parte del radicalismo y Unidos (*), de impulsar la necesidad de la reforma constitucional mientras durara el efecto centrífugo del millón de votos y la mayoría parlamentaria que no tuvo en sus tres mandatos el Frente Progresista (el peronismo arruinó sus oportunidades con peleas fraticidas).
La gestión de Maximiliano Pullaro - Unidos ejecutó la máxima de que el poder está para ser utilizado y de la misma manera que el primer decreto de gobierno fue terminar con las no repitencias escolares, para inmediatamente pasar a atacar el ausentismo en el mismo rubro, modificar leyes esenciales dentro del marco de la justicia y la seguridad, terminar con el déficit de la Caja de Jubilaciones, hasta avanzar contra el status quo en empresas como ASSA y la EPE, ahora -o nunca- era el turno de poner a la Constitución santafesina a la altura del siglo XXI.
A partir del año que viene el desgaste propio de la fricción en el ejercicio del poder comenzará a sentirse (el poder de fuego del gobernante es indirectamente proporcional al tiempo transcurrido) hasta llegar al último año, que suele ser más de transición que de gobierno, sobremanera en esta provincia que no tiene -hasta ahora- reelección inmediata.
Además, como hemos repetido en estas columnas, el gobierno nacional y el contexto cultural los ampara de manera ideal.
Dicho esto, quisiéramos empalmar el discurso del socialista Rubén Galassi sobre el oportunistamente trillado argumento del “momento” para debatir acciones de gobierno, con el de la diputada peronista Celia Arena.
Mientras Galassi afirmó que “los cambios siempre conviven con los problemas urgentes que tiene la ciudadanía”, Arena, en el mismo sentido, agregó que el auténtico y profundo debate sobre los cambios para la nueva Constitución lo darán en la campaña electoral (las elecciones para elegir los 69 convencionales constituyentes será en abril del 2025).
El más claro ejemplo de generosidad institucional en materia consultiva, detallado exhaustiva y emotivamente por el diputado Pablo Farías, fueron los dos años de exhibición y pedidos de opiniones con todos los estamentos sociales y políticos, que hizo el extinto exgobernador Miguel Lifschitz de su anteproyecto de necesidad de reforma constitucional, que terminó naufragando en la negativa del peronismo senatorial mayoritario, que avisó no le daría los dos tercios para ser tratado.
El debate del proyecto en Diputados dejó a manera de comidilla política la exposición pública de los problemas internos de los bloques Somos Vida, que preside Amalia Granata, ausente de la histórica sesión por encontrarse de viaje, y del peronismo, por segunda vez en un lapso de tres semanas.
A Granata le desertaron dos diputados (Edgardo Porfiri y Omar Paredes) quienes votaron con el oficialismo; mientras desde Roma la jefa los trataba de “traidores”, sembrando sospechas, hasta ahora no probadas, de “compra de voluntades”, el vicepresidente del sector Emiliano Peralta los expulsaba del bloque en plena sesión.
En el peronismo Alejandra Rodenas volvió a cargar, innominadamente, sobre el subsector que conduce Omar Perotti quienes, como con la Ley de Reforma de la Corte, volvieron a acompañar con sus votos al oficialismo (menos Walter Agosto).
La emotividad plena se vivió horas más tarde en Senadores, adonde el proyecto se transformó en ley, texto que inmediatamente los 13 senadores radicales junto al aliado Raúl Gramajo y la vicegobernadora Gisela Scaglia fueron a ofrendar en Casa de Gobierno a Maximiliano Pullaro, quien se mostró exultante en el día de su cumpleaños.
Blanco sobre negro
La Ley de Necesidad de Reforma Constitucional enumera, con cierta orientación para nuestro gusto excesiva, el articulado que la convención constituyente deberá modificar (y agregar) entre los cuales está el mítico artículo 64: “Establecer los alcances de la reelección para los cargos de gobernador y vicegobernador”, habilita la ley.
Serán los 69 convencionales quienes deberán decidir (probablemente en el año 2026) cuáles serán esos “alcances”: ¿dirán por ejemplo que “alcanza” a la reelección inmediata al gobernador en ejercicio? Celia Arena dijo que ellos -por lo visto el sector de Omar Perotti piensa armar lista de convencionales- harán campaña en contra de la reelección del actual primer mandatario.
Maximiliano Pullaro no tendrá que esperar hasta que termine la Convención Constituyente (después de las elecciones tendrá un año de plazo para convocarla) para saber si podrá presentarse para un nuevo e inmediato mandato (la actual Constitución permite la reelección, pero con un período intermedio) toda vez que el domingo de la votación, si Unidos obtuvo la mayoría (35 o más de convencionales sobre 69) quedará abierta la puerta para, en caso de que así lo desee y la ciudadanía lo acompañe con los votos, seguir a partir del 2027 cuatro años más en la Casa Gris.
¿Se presentará el gobernador como candidato a convencional constituyente? El líder radical Felipe Michlig ordenó la cuestión en pleno debate parlamentario, sugiriendo que el binomio gubernamental Maximiliano Pullaro – Gisela Scaglia debería encabezar la lista de Unidos de 50 convencionales; mientras los 13 senadores radicales, junto con el aliado Raúl Gramajo, tendrán que repetir sus presencias electorales departamentales a manera de soporte de la lista insignia.
Para neutralizar el prima facie invencible poderío oficial, los contrincantes no solo deberán presentar los obligatorios 50 candidatos a convencionales del distrito único, sino otros 19 departamentales a los fines de contrarrestar los resultados de una boleta con la otra.
Con la ley en la mano esta semana Maximiliano Pullaro estará prácticamente compelido a revelar finalmente si tiene intenciones de ser reelecto o no, eje discursivo hasta ahora de la oposición para oponerse a la necesidad de la reforma, y por lo visto temática central proselitista rumbo a abril.
Nadie en la oposición hablará en campaña de las bondades para la sociedad de una Constitución reformada; todos repetirán la jaculatoria que la única intencionalidad del gobernador es seguir inmediatamente cuatro años más en el poder.
¿Y si terminan abonándole la campaña?
(*) en Unidos de Senadores hay 11 radicales, uno PS y uno de CREO